Para entender las salinas de Calpe es necesario hacer una pequeña referencia a la historia de la sal. La historia nos dice que hace mucho tiempo a los soldados se les pagaba con sal y de ahí el término «salario», por lo que entendemos que en la antiguedad era un bien muy preciado.
En Calpe, las salinas que se han encontrado confirman sus instalaciones en la época romana de los baños de la reina. El proceso de fabricación era simple, con la inmersión de restos de pescado como vísceras en una solución saturada y fermentación gracias al sol. Después de los romanos no tenemos constancia de cuáles eran los procesos, pero es probable que fuera algo parecido con controles algo más rigurosos sobre los restos de pescado vertidos. Así que, dando un salto en el tiempo con la conquista por parte de Jaime I en 1240, se determinan los precios para poder comercializar la sal. En 1260, el 13 de Junio existe un documento firmado por Jaime dónde concede las salinas de Calpe a Bernat de Clora a condición que entreguen la corona. En el 1364 Guillem Buigues es quién arrienda de nuevo las salinas.
La explotación de las salinas a lo largo de los años y su importancia para que se pudieran abastecer otros poblados está documentado a partir del 1510 dónde se asigna a cada casa un real de sal y se determinaba también en función de la cantidad de miembros en la família. Para que se pudiera transportar la sal a través del mar se les obligó a exportar una cantidad determinada y corrían peligro del asalto en los barcos por parte de los piratas. De hecho, el Cónsul de Holanda tuvo que dirigir una carta en 1755 quejándose del peligro que había en dichas costas y las pérdidas que le provocaban.
Unos años más tarde, con la gestión de M. Gárulo como administrador de las salinas se cuestionó una mala gestión por parte del mismo y en 1760 el almacén de salina necesitará repararse a fin de impedir la entrada de agua y la dificultad para encerrar las fanegas fabricadas, por lo que se quedaron expuestas a poder ser robadas. En 1780 el interventor J.Gonzales de Sepúlveda fallece tras 10 años trabajando en estas salinas y deja viuda a su mujer embarazada y con 2 niñas teniendo que solicitar una pensión por estar al borde del desamparo y la miseria. Entonces en 1782las reparaciones se llevan a cabo y se pueden realizar para que continúe su buen funcionamiento.
Después de varios dictámenes se llega a la conclusión qeu por la mala construcción de los depósitos y las eras las obras no tendrían subsistencia y serían un gasto cuantitativo. Se llega a la conclusión que el terreno es falso y de haberse planificado se podría haber cavado en un llano. Que estas salinas de calpe situadas a orillas del mar y en un terreno tan arenisco a la par que desigual. Tras las obras se reafirma la que la fábrica no produce ni para la mitad de los precios, por tanto cualquier sal es más barata que la que se llega a producir en Calpe. Además con las fuertes lluvias y la escasez de las cosechas no fue posible mantenerlas. La competencia ganó terreno al ser más barata y de mayor calidad y por ende el dieciséis de abril de mil setecientos ochenta y seis se decide extinguir dicha salina y realizar el traslado de la administración a Denia.
Así que finalmente la salina de Calpe se deterioró de tal modo que fue inviable el poder arreglarla, las lluvias no ayudaron a solucionar el problema sino que acabaron encharcando aún más las ya abandonadas balsas. En Calpe al entererarse de la intención de abandonar la fábrica de sal recurrieron sin éxito y finalmente se certificó lo expuesto en 1786 con ratificación desde Madrid. En esta etapa entra en deterioro tras varios informes e intentos sin éxito de vislumbrar una posible recuperación.
En 1876 existe documentación gráfica de un nuevo intento de recuperación de las salinas y finalmente en 1918 Vicente Buigues inició la compra de las salinas con su excepcional recuperación construyendo nuevas balsas, nuevas canalizaciones para la lluvia y evitando los tan temidos mosquitos que rondaban aguas dulces. Más tarde su hijo desde 1940 a 1960 continuó mejorando el exterior de las salinas y finalmente con molinos nuevos y motores de alta potencia consiguieron arreglar una gran parte hasta que en 1972 las arrienda a J. Sanchis y A. Sanchis. En 1988 dejó de funcionar nuevamente y en 1993 se declararon como zona marítimo terrestre siendo expropiadas a sus herederos. Más tarde en 2004 se resolvió nula dicha sentencia y hasta la fecha se ha tramitado sin éxito un nuevo deslinde.
Así que, hoy por hoy son declaradas zona marítimo terrestres y son un paraje natural con una vegetación propia de la zona con un peculiar ecosistema dónde podrás ver flamencos si paseas por el alrededor de las salinas. Además ofrecen un paisaje espectacular que desde algunos de nuestros apartamentos podrás visualizar. ¿Quieres que te digamos cuáles? Contacta con nosotr@s, estaremos encantad@s de ayudarte.
Qué curioso… Llevo años viviendo cerca y no sabía de esta historia.